domingo, 24 de febrero de 2008

Radiograma del Dr. José Sarajevo


Digamos las cosas como son y como fueron; me encontraba yo disfrutando apaciblemente de mi quinquenio sabático en los montes de Macedonia, arrellenado en mi sillón Voltaire  (en un departamento de dos habitaciones, cocina, baño, precios módicos tratar aquí) favorito, cuando de pronto mi equipo de comunicación "Emerson TKG" empezó a evacuar un largo radiograma escrito en cirílico vetusto y dirigido a los hermanos Caín y Abel Grim. Cuál no sería mi sorpresa al comprobar que el remitente no era otro que Arturo Sagasta, sí, tal como leen, el prolífico autor de ensayos tan brillantes como "Vampiros de Tinta", que con impecable pluma de ganso describe los avatares, génesis y ocaso, de aquel pequeño grupo de vecinos de Transilvania dados a alimentarse nada más que de tinta, y que razonablemente fueron el terror de los calígrafos. Más tarde, ya en sociedad con el asno Perico, miembro honorífico de la Real Academia del Rebuzno, nos sorprendió con otro ensayo titulado "Ladrones de Infantes", obra muy recomendada por el obispo de Tenerife.

De inmediato recordé que entre mis incontables posesiones artísticas había una fotografía que muestra a la dupla Perico-Sagasta en el momento preciso en que proceden a devolver algunos de los infantes sustraídos y utilizados como materia prima del brillante ensayo.
En lo medular, el radiograma de Arturo Sagasta dice así:

¡Coño, qué bueno! Cómo me alegro de que los hermanos Grim sigan juntos y dispuestos a dejarse ver. Se oían tantas cosas sórdidas de Caín y Abel Grim por los viejos tugurios de Odessa...
En fin, no voy a entrar en detalles, pero os aseguro que nunca creí a los que afirmaban haberos visto entregados a inenarrables desmanes venéreos en el sollado de un ballenero japonés. 
No, me dije entre dientes. Esos no eran los verdaderos hermanos Grim, tal vez los de la foto, pero los Grim no, ellos no.
Al que de tal modo vilipendiaba vuestro nombre le salvó la circunstancia de pesar treinta kilos más que un servidor y llevar tatuada hasta la retina como un yakuza, porque de haber sido débil y borracho le habría expresado mi opinión con la contundencia de un hombre de bien.
Ánimo y suerte, amigos. Espero con ansiedad el relato edificante de vuestra fuga de Guantánamo.