jueves, 21 de febrero de 2008

Noticias del Prf, Dr, Orson C. ("Coco" para los amigos) Castellanos


Dilecto y garrafal Prof. von Klatsch: Por fin he logrado hacer funcionar el "PT" (Personal Telegraph) y ponerme al día con usted y nuestras investigaciones. En realidad, buena parte de mi silencio no se debe solamente a las pésimas condiciones del aparato que en morse me ha permitido disfrutar de su amistad y de su sabiduría, sino al estado de estupor en que quedé luego de la fugaz estancia en Guantánamo, tratando de investigar la suerte que habían corrido los Hermanos Grim en ese insólito punto de la gira artística.

No se imagina usted lo fácil que me resultó llegar a esa mala lengua de tierra usurpada por los yanquis. Le cuento que, para pasar desapercibido, en lugar de tomar un avión a Bagdad, alojarme en el Hotel Palestina y hacerme detener el el interior de un coche bomba, como haría cualquiera para poder viajar a Guantánamo, opté por una ruta insospechada: viajé en uno de los globos Montgolfier que salen de Mosquitos martes y viernes con una sola escala en Bahía y, guiándome por Eje del Mal , que al igual que las líneas de Nazca se ve perfectamente desde arriba, aterricé seis días más tarde frente al bar "Álamo Briscoe" ubicado a una cuadra de la entrada a la famosa base, sin que nadie reparase en el colorido aerostato que me trasladó hasta allí.

Es increíble, mi entrañable profesor pero esas cosas ocurren. ¿Recuerda usted la avioneta del pibe alemán que aterrizó en la Plaza Roja de Moscú? ¿ O el helicóptero de aquel chico pelirrojo de Denver que vació una bacinilla con la caca de su hermanito de dos años sobre el Capitolio sin que nadie lo detuviese? ¿Los recuerda, profesor? Suerte la suya, porque yo no consigo recordarlos por más que lo intento, pero en mi caso ocurrió algo similar a lo acontecido con estos dos argonautas, tal vez porque en el preciso instante en que toqué tierra, la guardia estaba mirando hacia abajo en una de sus jineteadas de talibanes salvajes y sin herrar, o tal vez porque en esos días los boludos estaban festejando con grandes globos de colores el cumpleaños del coronel John Pick Anna Stevens, incluyendo en los festejos a un sargento de marines que salía en bikini de una torta color malva, y con la vocecilla meliflua tan propia de la infantería de marina, entonaba el happy birthday mister colonel entre mugidos de aprobación del festejado al que sus hombres con exceso de familiaridad llaman simplemente "Pickanna".

Lo cierto, querido y dilecto profesor, es que nadie vio mi globo. Apenas descendí de la barquilla molido hasta los huesos por el viaje, me metí en el bar Álamo Briscoe en busca de una cerveza fría, con la intención de preguntar al primer parroquinao que encontrara si alguien había visto la última actuación de los Hermanos Grim en los alrededores de la base, mas todo fue en vano, no encontré ni un sólo dato al respecto, maravilloso profesor.

Mi primer interlocutor fue el sargento Marvin Martini Secco, un ítalo americano al que conocí en la misma barra del bar y que, a juzgar por lo que pude percibir, en sus ratos de ocio cultiva el hoby de torturar botellas vacías de cerveza -les retuerce el cuello o las dobla por el medio sin partirlas-, o  torcer con la mirada tenedores, ballonetas y cañones de nueve milímetros a la hora del almuerzo, como Uri Geller, o pinchar con agujas de bordar los condones de sus propios camaradas. El tal Marvin Martini Secco se ha especializado tanto en la materia, mi asombrado profesor, que la logrado obtener genuinas reacciones negativas en objetos inanimados, como arrancar una conmovedora queja a una botella, o un estremecedor aullido de dolor a una par de rudas botas de desembarco mientras les ata los cordones de un modo que no logré descifrar.

 Lo que acabo de narrarle, mi circunspecto profesor, ocurrió a la hora veinticinco y quince  de la madrugada (hora de Guantánamo), cuando el bar aún estaba casi vacío si no fuera por nosotros. Sin embargo, cuando ya había  amanecido, toda la guarnición de la base ocupaba la barra y mesas del Álamo Briscoe, incluido el coronel "Pickanna", sin que yo hubiese podido obtener una sola información sobre los Hermanos Grim, y no porque hayan retaceado simpatías conmigo, sino porque toda la soldadesca yanqui padece allí de una enfermedad muy extraña que les impide ocuparse de otra cosa que no sea de sí mismos, consecuencia directa, supongo, de los gajes del duro oficio que practican. Amansar los bates de beisbol en las cabezas de los prisioneros suele ocasionar curiosas conductas de estrés.

Para ilustrarlo mejor, profesor von Klatsch, y a título de ejemplo, le cuento que estábamos bebiendo animadamente con un teniente de Georgia y un capitán de Colorado Spring, cuando a poco de empezar a discutir sobre quienes fueron los guionistas de las películas de Doris Day, los dos tipos llegaron a tal punto de discrepancia que, en lugar de agarrarse a puñetazos como suele hacer en estos casos la gente civilizada y sobre todo cuando está Doris Day por medio, optaron por mirarse fijamente a los ojos con las mandíbulas trabadas, mientras se retorcían las pelotas el uno al otro sin levantarse en ningún momento de sus sillas. Mientras tanto, alrededor de la mesa, una horda de marines se mordían las orejas, o se quebraban los meñiques entre sí, o iban al baño a meter la cabeza en el inodoro y volvían, unos tratando de animar al capitán de Colorado Spring y otros, los menos, al teniente de Georgia, apostando por quién de los dos arrancaba el primer huevo al otro.

"Al final siempre termina en lo mismo", me decía el barman con honesta resignación mientras pasaba un trapo sanguinolento sobre la barra. "Ellos se van abrazados, cantando Georgia on my mind de regreso a la base, o cuando están muy borrachos suelen cantar "Asturias, lovely country" mientras yo me quedo aquí, solo con mi melancolía, barriendo orejas desgarradas, dedos meñiques y huevos pisoteados. Todas las noches lo mismo, amigo. Así es la vida en Guantánamo y no hay mierda que la cambie..."

Y eso fue todo, aguerrido profesor von Klatsch. de los Hermanos Grim, nada.  no quepo en mi de asombro tratando de descifrar las razones que llevaron a nuestros excéntricos músicos a elegir tan sórdido escenario dentro de su última gira artística. Pero confío en que pronto tendremos noticias de esos muchachos de la Pampa Húmeda de emoción, aunque la Pampa está cambiando, dilectísimo profesor: tanta plantación de soja para los chinos hace que los gauchos, hombres fieros donde los haya, ya no lleven el brutal facón de filo asesino pegado a la espalda, sino un par de palillos con los que suelen comer los recientemente incorporados chop suey o wan tan a sus dietas que no conocían más que la nobleza del churrasco.
Suyo con habilidad y afecto
Prof.Dr. Orson C. Castellanos.




4 comentarios:

Miss Linda dijo...

Gracias Luis, Gracias Mario. Leerles es siempre un gustazo. Algún día cercano recibirán el Nóbel de Literatura juntos, y será bonito ver a un chileno y a un uruguayo no en smoking, sino de gauchos.
Gracias, gracias, racias
un beso de
Lidia

Unknown dijo...

Hacía falta que volvieran a las andadas.
un saludo

Sussycd dijo...

Bien ganados los gintonics, con bifiter o con larios, invita la casa.
un saludo

Unknown dijo...

Desde Chile en la VIII región un afectuoso saludo.
Por favor más aventuras del capitán Buenos Díaz Eterovic